Al igual que el caballo peruano de paso, constituye una raza única en el mundo. España se jacta de ser la tierra del toro de lidia y razón no le falta, porque las más grandes ganaderías de toros de lidia que existen en el mundo son españolas y gracias a sus sementales se ha logrado conseguir espectaculares cruces.
Gracias a esta formidable raza de toros se ha logrado formar espectaculares ganaderías en México y Colombia, que ahora tienen poco que envidiar a sus mentores, pero que la raza pura es la española en cuanto a toros de lidia, eso ni qué dudarlo porque basta verlos sobre la arena para comprobarlo.
Pero en España existe también una gran discusión sobre cuál es el verdadero toro de lidia. Los dividen entre los “toros comerciales” y los “toros bravos”. Según los entendidos, los comerciales son aquellos que vemos cada domingo en cuanta plaza de toros haya corrida. Son fieros, embisten, pero no son lo suficientemente bravos como para enfrentar una faena.
Para ellos el toro bravo es aquel de raza única, salvaje, que se cría suelto por el campo y se siente dominador de todos los terrenos. Su trapío, fuerza y embiste son una característica fundamental de su raza. Sus ganaderos no participan con frecuencia de los espectáculos taurinos, porque según refieren los matadores tienen miedo de enfrentarlos.
Pero la bravura de estos ejemplares no solamente se mide por su raza y por su casta, reforzada durante sus cuatro años de crianza en los corrales. También tienen que ver con el “afeite” de su cornamenta. Un toro “afeitado” no ofrece igual faena que un toro con sus astas intactas, al natural. Eso es lo que también reclaman los conocedores.
Pero hay que admitir que entre los llamados toros comerciales, que no son tan bravos como la afición los requiere, los hay también de muy buen porte, de una constitución anatómica espectacular y que a la hora del encierro demuestran de qué están hechos y ofrecen faenas espectaculares y de antología.
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