viernes, 30 de diciembre de 2011

Toreros peruanos

Haciendo un balance de fin de año respecto a la performance de los toreros peruanos, puedo afirmar que la pasada Feria del Señor de los Milagros demostró una vez más la valía de nuestros toreros, que se fajan todo el año en plazas provincianas para llegar a Acho con la moral al tope y enfrentar en el ruedo al ganado que le pongan al frente.

Solo basta recordar la novillada que precedió a la primera de abono, donde Carlos Ramírez “Morenito de Canta” sorprendió a los entendidos con un toreo maduro, cuajado, arrojado. Sus faenas dejaron una grata impresión tanto que se llevó las palmas del respetable y fue motivo de elogios en las crónicas posteriores.

Fernando Roca Rey no corrió con igual suerte en la primera de abono, pero fue más que todo porque el ganado le falló pues él venía de hacer estupendas faenas en cosos del interior del país, como en San Marcos, Huari, donde cortó tres orejas y un rabo. Su alejamiento temporal de los ruedos lo hicieron aparecer como un tanto carente de oficio, pero luego demostró que todavía tiene un largo camino por andar.

Otro que sorprendió este año gratamente es el matador chiclayano Paco Céspedes, quien en las celebraciones de la Virgen del Rosario en la plaza monumental de Huari, demostró que puede convertirse en un torero de aquellos. Cortó dos orejas y logró sacar adelante a un toro que no se portó con bravura en la arena.

El torero huancaíno Juan Carlos Cubas es otro que viene destacando en la lidia, gracias a su perseverancia y su indoblegable espíritu en el ruedo. Lleva ya algunos años en la brega, siempre con la misma valentía y clase al momento del toreo. Le esperan mejores tardes en la arena si sigue por ese derrotero.

Como ven, la tauromaquia nacional tiene lo suyo y hay un futuro largo por ver. Buenas ganaderías, buenos toreros y buenos aficionados nos hacen creer que todo el próximo año seremos testigos de grandes faenas por parte de nuestros toreros y que la fiesta brava será por siempre un arte para verse de pie y aplaudirlo a rabiar.

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